Nuestro continente sufre de cargar con la necrofilia
como algo que debemos admirar. Pasan los año s y seguimos conmemorando las
muertes y olvidando los nacimientos.
Damos vivas a las mortajas, enterramos las serpentinas.
Así, el Camilo cubano es traído a nosotros, cuando se
nos fue; así el Camilo colombiano es alabado por un fusilito.
Quién recuerda el cumplevidas de ambos. Muy
pocos. Se impone la necrofilia
centenaria, de la cual, los rebeldes, no hemos sabido sacudirnos.
La biofilia, que tanto cita Paulo Freire, parece
maldita incluso entre algunos educadores y educadoras populares. Camilo Torres
fue el precusor de la Teología de la Liberación. El fundador junto a Fals Borda
y Umaña Luna de la primera Facultad de Sociología
de América Latina. De crear la organización política Frente Unido, donde iba la
Democracia Cristiana, pasando por el ala disidente del liberalismo colombiano-
el Movimiento Revolucionario Liberal, encabezado por López Michelsen-, hasta miembros de las Juventudes Comunistas.
Del Camilo cubano, los niños solo conocen que su
avioneta se perdió en el mar. El resto, que hay escuelas de formación militar
que llevan su nombre. Pero, a quién el che le dedica su texto Guerra
de guerrillas …casi nadie lo sabe…casi nadie sabe de la novia salvadoreña
mientras fregaba platos y de sus acercamientos ligeros al anarcosindicalismo,
gracias a los emigrados españoles.
Dos Camilos tengo yo…a los dos los llevo vivos
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