A una maestra del norte chileno. A sus ocho educandos.
Estoy escuchando a Silvio. Un disco
que salió a la luz, el mismo año que yo nací, y en la Escuela Vocacional Lenin
nos lo pasábamos con el valor agregado de otras canciones del trovador, porque
había que aprovechar toda la cinta magnetofónica posible. Como de igual manera habíamos
de hacer para que los profesores nos dejaran conectar las grabadoras traídas de
la casa.
Estoy escuchando “al tibio amparo de
la 214…”- siempre me he preguntado cuál pudo ser, o es, dicha ruta de ómnibus-.
Y escribo sobre lo que estoy escuchando, porque es mejor colocar en el blog que
ando oyendo un disco de 1982, antes de afirmar y extenderme que esta Feria
Internacional del Libro de La Habana, quedó marcada por el consumismo, y cuando
los camaradas de las Brigadas Culturales Españolas, hubieron de percatarse de
tal situación, no tuve la oportuna salida de explicarles que la sociedad
consumista nunca partió por completo de Cuba, en cambio, la sociedad comunista
, no arribó como mesiánicamente L.I. Brezhnev lo proclamaba- al menos- , dentro
de los muros del Kremlin de Moscú. También les pude remitir a mi preferido
artículo de la Constitución de la República de Cuba, que es el número cinco,
aunque eso sería mucho pedir.
Insisto en escuchar a Silvio.
Madrugadita de cuaresma, la Isla vibra este veinte y cuatro de febrero, al otro
día, en la mañana, nunca había visto tantas personas leyendo con atención la
prensa, ya fuese Trabajadores o Granma –era lunes- y la nueva
composición del Consejo de Estado, sus Vicepresidentes, el Presidente de la
Asamblea Nacional del Poder Popular y el discurso del Presidente del Consejo de
Estado y de Ministros, que, como ustedes saben, no reproduciré aquí, pues estoy
escuchando un viejo disco de Silvio.