Los norcoreanos me
llaman la atención de sobremanera. Por la televisión- TeleSur mediante- , me
topo con una sociedad monolítica y que celebra la detonación de una bomba
nuclear subterránea, que puede traer consecuencias e implicaciones mundiales. A
la vez, una imagen cotidiana me alivia: mientras subo la loma de la calle 2, en
el patio de su embajada, una mujer, enseña , maternalmente , a un bebé, dar su
pasos, y le hace arrumacos.
En la Feria
Internacional del Libro recién concluida en La Habana, mientras conversaba un
troskista posadista- algo distante de la lucidez política y en consecuencia
divertidísimo-, pasaron por el local miembros de la legación de Pyongyang, de
guayabera , pasador con el rostro de Kim Yong Un y una muchachita quien debía
ser familiar de ellos.
Les increpé si
ellos estaban conscientes de la barbaridad cometida y de todo su alcance. “Es
culpa de los americanos”. Respondieron-casi- a coro. Y la muchachita reía.
Ustedes no han reparado que yo también soy americano…y se quedaron turbados…soy
cubano, y por ser cubano soy americano. Entonces se rieron con alivio. Y como
soy cubano, tengo dentro de mi país, una
base militar que pertenece a los Estados Unidos de América, aunque ni mi Gobierno, ni el pueblo los quiera aquí,
y nos han matado soldados jóvenes, sin haberles disparado nosotros nunca ni
este plomo. Por demás están mucho más
cerca ellos, de La Habana que de ustedes. Esta vez no rieron. Los funcionarios,
salieron con paso tenso y apurado. Pero sí la muchachita, quien curiosamente,
para bien, no llevaba ningún pasador en la blusa. Es posible que haya aprendido
a dar sus primeros pasos en el patio de un caserón tropical.
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