miércoles, 19 de diciembre de 2012

Sueño y Colombia


Es normal que soñemos. Lo onírico es intrínseco al ser humano. Soy de los que sueña en la siesta, en la noche, y con frecuencia, sueño despierto, provocándome topetazos con no pocos muros. Pero del sueño que voy hablar, es el clásico sueño que tenemos, según los especialistas, minutos antes de despertarnos. Es el sueño que se disfruta.
Soñé- puedo precisar que fue en la noche del domingo-, que visitaban mi casa las partes que negocian la paz en Colombia, los representantes del Gobierno y los de las Farc-Ep. Curiosamente, no eran todos los que están acá en La Habana. En vez del ex –vicepresidente Lacalle, quien encabezaba su delegación era el general Oscar Naranjo, con él, otros hombres de saco y corbata, que no pude distinguir. Me parece que entre el general Oscar Naranjo y yo, puede haber al menos, un punto en común: ambos gustamos de las canciones  que interpreta y no pocas veces compone, Joan Manoel Serrat. Iván Márquez, sí conducía, como lo ha hecho hasta ahora, a los suyos. Con este personaje, ignoro sobre qué podemos compartir. Ignoro sus gustos literarios, musicales, del paladar, aunque, supuestamente, no los políticos, y, supuestamente, él es un hombre de izquierdas, digo, supuestamente, pues no lo conozco,  además, para no pocos miembros de la izquierda revolucionaria, su organización, por los métodos de lucha, es muy cuestionada. Pero de eso no iba el sueño. Aunque sí vale la aclaración que soy alguien quien se considera de las izquierdas revolucionarias. Junto a ellos, de forma contemporanizadora, y sonriendo, un Amigo, compatriota de Nariño,  declarado náufrago en mi Isla desde 1994, practicante de la ética del cuidado. Digamos, se llama: El Contemporanizador.
De a poco, entraron Naranjo, Márquez y El Contemporanizador a mi casa. Había una sonrisa en los tres.  Sonrisa de cada uno. Nadie reía igual, pero todos por lo mismo. El general, el comandante guerrillero, y El Contemporanizador, traían la noticia que ya Colombia había llegado a la paz. Una paz sin adjetivos ni adverbios. Era yo, a la sazón, el primer no colombiano en saber lo que otros millones quisieran ya disfrutar. Entonces usted ya no es comandante ni guerrillero, le dije a Iván Márquez, y este, riendo, con un gesto, me dio la razón. Y usted Naranjo, no lo tiene que perseguir. Arqueó las cejas, nada más. El tercer personaje, que ya conocemos reía, reía con mis preguntas. Los demás quedaron fuera,  por algún motivo, creí que festejaban.
Lo onírico es intrínseco al ser humano. No viven marcianos en Colombia.
      
  

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