NOSOTROS, Hombres y Mujeres de la
Era del Papel, que seguimos reivindicando el Papel, la Tinta y el olor a
imprenta; al juego de libros nuevos y otros viejos; a ser agradecidos para con
Gutenberg
NOSOTROS, Hombres y Mujeres que todavía
leemos la prensa plana, aunque sufra tanto esta como aquella, en no pocas
ocasiones, de ser llana, y hojeamos los periódicos, y hacemos recortes de
noticias, y sabemos lo que es un papel
ir tornándose amarillo, sin que venga de la prensa amarillista.
NOSOTROS, Hombres y Mujeres quienes
seguimos acreditando en las cartas escritas a puño y letra, y sobre postal y
comprar sellos, y aguardar contestación, y tener cajas de postales, de letras
garabateadas sin el carácter prefijado, con fechas distantes a la recibida, pero no de la vida.
NOSOTROS, Hombres y Mujeres, los
cuales tenemos como punto de encuentro y disfrute las bibliotecas. Su silencio:
que no sepulcral, pues allí nos hemos besado con los tomos protegiéndonos del
beso iscariote. Sus estantes, que no de vidriera consumista y sí de caricia
orgásmica y cósmica.
NOSOTROS, Hombre y Mujeres,
anhelantes del retorno de ser Niños y
Niñas, de volver a los diecisiete, cuando nadie pensaba en las hipocresías de
las redes sociales del ciberespacio, y sí en el dolor de ser ignorado por el
remitente.
NOSOTROS, Hombres y Mujeres, de una
manera u otra, quienes hemos quedado atados por defecto, a la revolución de la
informática, seguimos siendo los visitadores de las bibliotecas, adictos a las
librerías, anclados en lanzamientos de revistas y temas afines.
Porque nos regodeemos en la internet, nunca olvidaremos, y seremos pertinentes
recordadores, de cómo los sumerios nos
dieron el primer alfabeto, y que pueden existir naciones sin Estado, pero el
ser nación, las implícita tener cultura, y es allí, en su lengua, en su
literatura, que hacen la resistencia a los mundos corporativistas.
NOSOTROS, Hombres y Mujeres, de la
Era del Papel, sabemos que lo digital no existe, y aunque hayamos sido
condenados por guardar literatura provocativa, les recordamos que Echelon no
puede ver los garabatos de un niño, en su cuaderno escolar.
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